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La espergura: el arte de dar forma a la cepa

La espergura el arte de dar forma a la cepa

La espergura, también conocida como poda en verde o escarda, es una de las labores más importantes en mi viñedo. Es un proceso que va mucho más allá de un simple mantenimiento. Para mí, es un diálogo íntimo con cada cepa, un momento en el que me conecto con la planta y le doy forma según sus necesidades, su carácter y su potencial. La espergura es el arte de seleccionar qué brotes deben quedarse y cuáles deben eliminarse, de modo que cada cepa pueda concentrar sus recursos en los racimos más prometedores.

¿Por qué es tan importante la espergura?

La espergura es una técnica manual, lo que significa que cada decisión que tomo al respecto es un acto de dedicación y precisión. Para mí, cada cepa tiene una personalidad única, y la forma en que se desarrolla depende de cómo la trate. Observarla, entender cómo crece, identificar sus necesidades, me permite definir qué brotes deben eliminarse para que la planta pueda concentrar su energía en los racimos, produciendo una uva de la mejor calidad.

Es un trabajo que requiere tiempo y paciencia, pero el resultado vale la pena. Si se hace bien, la calidad de la uva mejora enormemente, porque la cepa se ve liberada de los brotes innecesarios y mucho mejor distribuida y aireada. Esta es la base para la elaboración de vino artesano que hago en mi bodega. Sin una buena cepa, no puede haber un buen vino.

El proceso de la espergura

La espergura se hace en primavera, cuando los brotes han alcanzado unos 15-20 cm de longitud. Este es el momento perfecto, ya que me permite ver claramente cómo se desarrolla la planta y qué brotes están fuertes y bien colocados. 

Este proceso no solo es una cuestión de eliminar brotes. Es un trabajo de precisión y cuidado. Además, al eliminar los brotes innecesarios, mejoro la circulación del aire y la exposición al sol, lo que ayuda a prevenir enfermedades y facilita la cosecha.

¿Qué significa para mí la espergura?

Para mí, la espergura es el momento en que realmente puedo “hablar” con las vides. Este proceso refleja cómo me acerco al viñedo y a cada cepa. Mi trabajo no es solo el de una viticultora, sino también el de una cuidadora que entiende que, al igual que las personas, cada planta tiene sus propios ritmos y necesidades. En mi viñedo, cada cepa tiene su espacio y su tiempo, y es en estos momentos de interacción, como la espergura, cuando realmente puedo asegurarme de que cada planta se cuide según sus particularidades.

Me encanta trabajar de manera manual porque me permite ser más precisa y más conectada con lo que sucede en el viñedo. No hay nada más satisfactorio que ver cómo, tras la espergura, las cepas comienzan a crecer de manera más fuerte y saludable. Es una sensación de logro, de saber que estoy contribuyendo al futuro de ese racimo de uvas, que dentro de unos meses será transformado en vino.

El vínculo con el terroir

Cada labor que hago en el viñedo tiene un impacto en el vino que produciré. Desde la viticultura ecológica hasta la elaboración de vino de autor, todo está diseñado para resaltar las características del terroir de mi viñedo. La espergura no es solo una tarea técnica, sino también un acto de respeto por la tierra que me permite crear vinos auténticos.

Mi viñedo está situado en la ladera Este del monte de la Dehesa de Navarrete, un lugar lleno de historia y naturaleza. Esta tierra, rica en minerales y con un clima que favorece el cultivo de variedades autóctonas como la Maturana tinta, es un terreno privilegiado para producir vinos con personalidad y carácter. La espergura es, por tanto, una de las primeras intervenciones que hago para asegurar que cada cepa pueda reflejar todo lo que este terroir tiene para ofrecer.

Reflexión final

Para mí, la espergura es más que una técnica de cultivo: es una forma de conectar con el viñedo, de dar forma a la naturaleza para que pueda dar lo mejor de sí misma. Con cada brote eliminado, no solo estoy guiando a la cepa hacia una buena cosecha, sino también asegurando que el vino que resultará de esa uva sea un reflejo fiel de la tierra y el cuidado con el que lo he cultivado. Es una parte fundamental de mi filosofía de trabajo, que busca producir vinos de autor auténticos, cargados de la historia, la naturaleza y el esfuerzo de cada vendimia.

Si alguna vez tienes la oportunidad de probar mis vinos, espero que sientas esa conexión con la tierra, con las cepas, y con el amor que pongo en cada botella. La espergura es solo el comienzo, pero es el primer paso hacia un vino que representa lo mejor de mi viñedo, mi tierra y mi pasión.

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