Últimamente me pasa mucho: visitas que me dicen “he venido porque buscaba vinos hechos por mujeres”. Lo entiendo. Durante años, el relato del vino estuvo contado, sobre todo, por voces masculinas. Hoy hay más mujeres en viña, bodega, sumillería y dirección.
Pero déjame empezar con algo importante: no hago “vino de mujer”. Hago vino desde lo vivido, con mis manos, mi memoria y mi forma de entender un paisaje. El género no es una receta; es contexto, biografía y mirada. Mi interpretación nace de escuchar la viña, respetar tiempos, elegir qué no hacer y sostener una intención clara: que la copa cuente la verdad de su lugar.
No es una categoría, es una voz
Cuando alguien pregunta si hay rasgos “femeninos” en un vino, respondo: hay elecciones. Cuándo vendimiar, cómo trabajar el raspón, cuánta extracción buscar, qué madera (o no) usar, cuánto esperar. Elecciones, no esencias.
Qué tiendo a priorizar:
Precisión y sutileza
Textura afinada, tanino sedoso, sin aristas innecesarias.
Transparencia: fruta y suelo sin disfraces.
Coherencia: prácticas respetuosas y menos maquillaje.
Mi interpretación (y cómo se traduce en tus sentidos)
En el viñedo: escucho el año. Hay campañas para esperar y campañas para “coger el punto” antes. Mi guión lo leo en la planta.
En bodega: intervención justa. Tiempo, oxígeno medido y recipientes que no impongan una voz ajena. Busco la energía del vino: nervio, no prisa.
En copa: equilibrio dinámico: frescura que empuja, profundidad que sostiene y textura que invita al siguiente sorbo.
“Vino de autora” no es capricho; es responsabilidad: firmo decisiones que se notan en la copa.
Referentes que abrieron camino (y me inspiran)
No camino sola. Admiro a mujeres que han sostenido una visión a largo plazo:
María José López de Heredia (Rioja), coherencia y clasicismo con mayúsculas.
Sara Pérez (Priorat), mirada finísima sobre textura y paisaje.
Lalou Bize-Leroy (Borgoña), exigencia y pureza al servicio de su tierra.
Verónica Ortega (España), personalidad marcada y decisión.
Por qué es importante contarlo
Porque lo que se nombra existe. Si te acercas a mi bodega buscando “vino hecho por mujeres”, estás buscando una mirada. A veces quieres apoyar un proyecto; otras, comprobar si encuentras otra forma de equilibrio en la copa. Mi trabajo no es cumplir un estereotipo: es hacer buen vino y sumar una voz más a un coro que por fin suena diverso.
Cómo se concreta esa mirada en mis vinos
Parcelas por identidad, no por rendimiento.
Respeto a la acidez natural y al sabor original.
Roble sin tostar en añadas fríos; tinajas de barro en añadas cálidas.
Tiempo: cada vino con su propio calendario.
Claridad en boca: paso fluido y final sabroso.
No hay “truco femenino”. Hay oficio y criterio.
Si vienes buscando “vino hecho por mujeres”… esto te propongo
Cata sin etiquetas. Probemos a ciegas y hablemos de lo que sientes.
Hablemos de decisiones, no de clichés. Vendimia, tanino, espera.
Llévate el vino que te conmueva. Si además quieres apoyar proyectos liderados por mujeres, aquí tienes el mío.
Reserva tu visita o cata privada: [enlace a formulario].
Compra online: [enlace a tienda o fichas de vino].
Preguntas frecuentes
¿El “vino de mujer” sabe distinto?
No existe una categoría sensorial universal. Cambian las elecciones y el estilo de cada autora. El paladar manda.
¿Por qué muchas personas buscan vinos hechos por mujeres?
Por afinidad, curiosidad o por apoyar la diversidad en un sector históricamente masculinizado. Además, hay una generación de enólogas con formación sólida y proyectos personales muy definidos.
