Navarrete es un lugar clave tanto para el Camino de Santiago como para el Camino Ignaciano.
El Camino de Santiago es el más famoso de los peregrinajes. Cada año, miles de personas atraviesan La Rioja con destino a Santiago de Compostela, disfrutando no solo de su belleza y espiritualidad, sino también de la rica cultura vinícola que caracteriza a esta región.
La Rioja es famosa mundialmente por sus vinos, y muchos peregrinos aprovechan su paso por aquí para conocer las bodegas y saborear los vinos de esta tierra, que reflejan una tradición de siglos de viticultura.
Por otro lado, el Camino Ignaciano sigue el recorrido que hizo Ignacio de Loyola en 1522, desde Loyola-Azpeitia, en el País Vasco, hasta Manresa, en Cataluña.
Ignacio de Loyola, que en su tiempo fue militar al servicio del Duque de Nájera, pasó una temporada en Navarrete, viviendo en el Palacio del Duque de Nájera, que hoy en día es la Posada Ignatius.
Tras su conversión espiritual en Loyola, Ignacio decidió dejar atrás su vida de noble y emprender un viaje hacia Jerusalén. Su idea era tomar el Camino Real que lo llevaría hasta Barcelona y, desde allí, embarcarse para continuar su peregrinaje hacia Tierra Santa.
El Camino Real que Ignacio recorrió después de estar en Navarrete es, hoy en día, conocido como el “Camino del Ebro”.
Y es que, mientras los peregrinos siguen el camino, recorren unos paisajes de viñedos que dan lugar a algunos de los mejores vinos del mundo, contribuyendo a la riqueza cultural de La Rioja.
Si tienes la oportunidad de hacer una parada en Navarrete, te recomendamos visitar la Bodeguita de Elena Corzana, un rincón lleno de historias y sabores.
Allí podrás probar los vinos de Maturana, una variedad autóctona de Navarrete, que ha sido rescatada y cuidada para preservar su singularidad.
Los vinos de Maturana son una verdadera joya de la región, ideales para conocer más sobre el legado vitícola de La Rioja y disfrutar de una experiencia auténtica.
Pintura de Jose Uriszar